Mi raíz ya llevaba varios días recordándome que el momento se estaba acercando y, tras madurarlo un poco, el lunes cogí los diccionarios de inglés y chino y me dispuse a ir a la peluquería del barrio que mejor pinta tenía. Dos chicas jovencillas muy sonrientes me recibieron en la puerta. Primer objetivo: ver si alguien hablaba inglés. "Ni (3) men(2) shuo (1) ing (1) wen(2) ma?" "bu(4) shuo(1)". Ese no me llegó al alma...
El vocabulario de peluquería que me había aprendido en inglés no me servía para nada, por lo que solo me quedaba recurrir a la técnica de los gestos. Me sentaron en una silla, y cuando vieron que empezaba a gesticular, llamaron a toda la "tropa". 7 peluqueros-as a mí alrededor intentando adivinar lo que la occidental de turno pretendía hacerse en la cabecica. Con un trozo de papel de plata les expliqué que quería mechas y tras un par de minutos conseguí que me sacaran una paleta de colores. Pero en mi peluquería de Zaragoza nunca elegía el color si no que la peluquera lo hacía por mí. Total que cogí un castaño y un rubio (los que mejor me parecieron). Pero fue como si algo no casase: todos movían la cabeza diciendo que no y hablaban entre ellos. Así que cogí un papel, les señalé mi cabeza y luego puse un símbolo de =, que eso es internacionalmente conocido. Tras otro minuto de gabinete de crisis entre el staff de la peluquería, todos empezaron a decir, "hao(3), hao(3)", "bueno, bueno". Y yo me dije, "buen trabajo Elena, lo has conseguido".
En la fase del corte sí que acertaron, quizá porque, después de la experiencia, me esforcé un montón y continué gesticulando hasta que estuve completamente segura de que me habían entendido. Jorge, según las últimas noticias que había recibido, me esperaba rubia platino; pero no, llegué castaña oscura, por ejemplo...
Llevo una semana y todavía por las mañana me sorprende este color de pelo. Temo que se pasen dos meses!!!!