martes, 16 de diciembre de 2008

A POR EL CHINO

Pues sí, me he lanzado a aprender chino. Este lunes comenzaron mis clases. Acudí a la academia como una chica con zapatos nuevos. Localicé mi clase y allí me esperaban 3 compañeros: Jim (americano de Los Ángeles, con un acento bastante llevable), Chris (canadiense de Vankouver) y un coreano cuyo nombre, después de cuatro días de clase, no soy capaz de descifrar. Después apareció un Frances (Stephen), el cual me pareció casi de casa. Pero lo bueno estaba por llegar: Toshi (Cocinero japonés, mi ídolo), Ya Wei (Tailandesa, muy simpática) y otra Japonesa con nombre indescriptible que solo se comunica en su lengua autóctona. Menuda Torre de Babel.

Comenzamos la clase: La profesora, Chen(1) Lao(3) Shi(1) , nos preguntó nuestro nombre chino y yo, Espíritu Feliz (Yi(4) Ling(4)), fui la primera en escribirlo en la pizarra. Todos, excepto el americano y el francés, ya habíamos sido rebautizados. Y alguno de nosotros no se había conformado con cualquier cosita, no: el cocinero japonés tiene un nombrecito con cuatro caracteres, en uno de los cuales aparece el sonido zh (para los profanos en la materia como lo he sido yo hasta hace dos días, esto supone lengua en rosca hacia atrás tocando el paladar e intentando decir una j; cualquier día me hago un nudo que haber quien es el "pincho" que lo deshace). Espíritu Feliz no era capaz de pronunciar aquel vocablo: Chen(1) Lao(3) Shi(1) se pegó 15 minutos de reloj sentada delante de mi intentando que de mi boca saliese Xu(4) Jiang (2) Jun (4) Zhao(1).

Durante 2 horas al día durante los 4 primeros días de clase no he hecho otra cosa que aprender el "BOPOMOFO" (si es que se escribe así) y los cuatro famosos tonos. Una hora al día la paso delante del espejo del baño ya que nos aconsejan que analicemos como vocalizamos para mejorar la pronunciación. A Jorge, que ya ha superado esta fase de aprendizaje, le hace gracia verme entregada a tope por la causa, hasta el punto de que un día lo pillé grabándome un vídeo por una rendija de la puerta. Al final hemos hecho un vídeo profesional, para compartir con todos vosotros mi experiencia:

Mi semana en la academia no ha terminado aquí. El miércoles, cuando ya consideraba que los nombres y orígenes de mis compañeros de clase los tenía controlados, apareció un nuevo integrante del grupo: Un monje budista de Tailandia. Me quedé sin palabras cuando lo vi sentado al lado de mi silla con su túnica naranja, cabeza al cero y sandalias. El chico se llama Wei (2) Ne (4). A pesar de que solo va a estar en mi clase una semana, voy a intentar mantener el contacto con él ya que me ha parecido encantador.

Curioso eh...

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